10 septiembre, 2009

De regreso


Un flamingo emprende el vuelo en Ría Lagartos, Yucatán. Foto: Arturo Ávila Cano. Año 2009

El 28 de julio de este año de mi renacimiento, mi querida Mónica y yo emprendimos un viaje por carretera hacia una de las ciudades más hermosas de México. Hacia tiempo ya que no visitaba la ciudad de Mérida, el lugar de donde provienen mis raíces maternas, el lugar de mi abuela, de mi madre. Y sin dudarlo ha sido el viaje más intenso, más vivificante que he tenido.



Atardecer en la hermosa Isla de Holbox, Quintana Roo. Foto: Arturo Ávila Cano. Año 2009

Gracias a mi querido primo Alfredo Cano, yo conocía algunos de los sitios más impactantes de esa añeja y querida ciudad, a la cual hay que volver aunque el destino sea un necio y se interponga entre nuestros deseos y los hechos.

Gracias a Mónica, a mis queridos primos Ana, Jorge, Diego, Carlos y Jorge Arturo viví un viaje que quedará permanentemente inscrito en mi frágil memoria.

Mi deseo era mostrarle a Moni todos esos sitios históricos y naturales que ennoblecen a esa capital del sureste del país. Y al fin visitamos zonas como Chichen Itzá, Uxmal, la Ruta Puuc, Zibizaltum, Valladolid y sus milenarios cenotes, Ría Lagartos y la hermosa isla de Holbox, en Quintana Roo. Fue un viaje sin mucha tregua, sin descanso alguno.

Y a unos cuantos días que regresamos de ese hermoso recorrido por algunos de los sitios más memorables de Merida, mi hermosa novia y yo nos hemos reincorporado a las actividades que dejamos atrás en nuestros estudios de posgrado en la UNAM. Ella retomó su tesis de doctorado en Filosofía de la Ciencia y yo regresé tanto al trabajo en las escuelas como a la maestría en San Carlos.

No había tenido la necesidad de editar fotografías que tomé durante ese viaje. Es más, aún no estoy muy seguro de hacerlo porque son imágenes que sólo quiero compartir con la mujer que ha venido ha cambiar mi vida por completo... Sin embargo, he decidido que al fin publicaré, en esta bitácora -que me ha acompañado por cinco años-, algunas fotografías de lo que apreciamos por esos hermosos lugares de la península.

Agradezco a mi querida prima Ana por habernos recibido en su casa, la cual nos sirvió de hogar durante casi un mes.